jueves, 26 de febrero de 2009

NUESTROS LIDERES COMUNITARIOS!



EL MILAGRO HUMILDE DE APRENDERLOS A NOMBRAR

Por: Marielly Valverde
mariellyvalverde@hotmail.com

Es cierto, nadie llega a convertirse en humano si está solo; nos hacemos humanos los unos a los otros. Nuestra humanidad nos la han contagiado, nos la pasaron boca a boca, por la palabra, pero antes por la mirada, cuando todavía estamos muy lejos de saber leer, ya leemos nuestra humanidad en los ojos de nuestros padres o de quienes en su lugar nos prestan atención y se posibilitan como ejemplos de vida, de esperanza y valentía. Hoy queremos ganar humanidad con el milagro humilde de aprender a nombrar a unos personajes que seguramente la historia nacional no tendrá interés de registrarlos en su haber, pero su pensar universal y su actuar local aún nos siguen educando tanto que permanecen vivos en nuestra memoria cotidiana y cultural. Ellos desplegaron su función social en una de las 56 veredas que componen la geografía humana, física y general del Municipio de Timbío, nos referimos a la Vereda de Antomoreno, nombre que compagina por el honor de albergar en su ambiente natural, social y cultural a La Hacienda de Antomoreno, patrimonio histórico de la nación, construcción de corte colonial con más de cien años de existencia, reconstruida en 1983 por el Ministerio de Cultura, espacio donde pernoctó por largas temporadas El Libertador Simón Bolívar allí mismo redactó los segundos prolegómenos del sueño latinoamericano, igualmente el espacio ha permitido recrear el séptimo arte, con unas obras cinematográficas de sin igual valor.
La Vereda está ubicada en la parte nororiental del Municipio de Timbío inmersa en un ambiente saludable con personas que derivan su sustento de la agricultura, la ganadería, extracción de materiales de río, trabajo informal entre otros. Con niños, niñas y jóvenes incluidos en el sistema educativo del país, comprometidos con expresiones artísticas, con el cultivo de valores que dignifican y fortalecen su identidad.

Nuestros líderes los que gestaron en la comunidad soluciones dignificantes para cubrir necesidades tanto vivenciales como culturales, son: Laurentino Valverde, Zabulón Camayo, Arquímedes Camayo, Jovita Pino, Virginia Pino, Rudesindo Murcia, ellos lideraron con voluntad, compromiso y sentido los dos acueductos que hoy aún en proceso de purificación y tratamiento surten de agua a la vereda. En la distancia ya se identificaban con los planteamientos de Estanislao Zuleta cuando afirma: “si cada uno se va a vivir su miseria a su propio rincón se pierde de la posibilidad de construir cultura. De allí la necesidad de participar, de estar cerca de los que tienen más necesidades y menos posibilidades concretas” ¡Sí! La clave es participar, allí donde la vida nos requiere, allí necesitamos estar. Las actitudes emprendedoras y autogestionarias de estos líderes comprometieron en buena medida la infancia, adolescencia, juventud y adultez de la comunidad. Aún recordamos sus voces cuando nos animaban desde muy pequeños a participar de las reuniones de la Junta de Acción Comunal, nos enseñaron a llenar recibos, a hacer cuentas con los usuarios del acueducto, a escribir actas, a ordenarlas consecutivamente y a retomarlas para su lectura en la siguiente reunión, esto daba signo de continuidad en los procesos de organización comunitaria. Felices poníamos en práctica las habilidades que en la escuela aprendíamos: A escuchar, a leer, a exponer y a escribir, hoy Miguel de Zubiría las ubica dentro del Currículo Integral Inteligente. Mas que informarnos de las cosas que estaban pasando, nos comunicaban estados de ánimo, pensamientos, comportamientos, también nos transmitían valores, confianza, optimismo cuando nos repetían: “El verdadero sentido de la vida es que todos ganemos”. ¡y ganamos! Que tal cuando llegó la energía a la vereda, que progreso más extraordinario este, ya íbamos en la mitad del bachillerato leyendo el siglo de las luces a pura vela, junto con las cartas de amor en pleno vuelo, pero estos seres arrojaron el disco y la jabalina más lejos que nadie , hicieron del salto un principio de viaje hasta conectarle a la vereda invisibles hilos de corriente para que nos encontráramos con otros mundos y otras culturas vivientes. Y quién se tomó muy en serio este proyecto de electrificación fue Jovita Pino, ya entiendo porqué le gustaba tanto escuchar una y otra vez los discursos de Gaitán a 78 revoluciones. Innumerables sus idas y venidas buscando aprobación, apoyo y financiación, presidenta de la Junta de Acción Comunal por varios períodos. En su camino apareció el periodista Jaime López Alegría, identificado también con el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades menos favorecidas, con espíritu crítico, y voluntad de servicio acompañó a Jovita por todas las oficinas, entidades y corporaciones que tenían que ver con el proyecto. No descansaron hasta ver el proyecto convertido en realidad, en una solución integral. Y este es el periodismo que necesita habitar respetuosamente en el mundo, es un periodismo que habita desde la gratitud, desde el asombro, desde la capacidad de conmoverse para actuar, y la voluntad de celebrar lo que existe. Este recorrido bien puede enmarcarse con pertinencia en la frase del escritor William Ospina, desde su texto La Escuela de la Noche: “Muy a menudo la gente común, que no tiene instrucción académica, ni títulos, hace observaciones más sensatas sobre la realidad que los sabios y los profesores, porque nuestras ideas de sabiduría, conocimiento y pedagogía reposan sobre supuestos harto esquemáticos y formales”.

1 comentario:

Unknown dijo...

Hay pocas cosas que causen más alegría que una historia contada con un ritmo poético. Me gusto esta historia bien contada de un corregimiento más de nuestro país que Marielly logra hacer sobresalir con su forma peculiar de decir las cosas.


JAIRO C.