domingo, 1 de marzo de 2009

SEGUNDO GANADOR CONCURSO NACIONAL DE CUENTO TIMBIO-City- San Valentin

La silla regia
Por: Georgina Henwitch


«Donde confluyen acuario y leo, en la quinta casa del Venus aparente se halla el paraíso, aquel dilecto territorio que el arquitecto celestial labró con maestría para ti, tu nicho intertemporal, interespacial e indestructible, tu silla regia que es el eje trascendental del caos cósmico, el núcleo de tu destino, el fantástico recinto en cuya base se asientan las efemérides planetarias que te son propicias, que te guiñan el ojo, que lanzan sobre ti sus tentáculos glamorosos para cubrirte de polvo libertario, el polvo dorado que sólo pueden palpar los elegidos, que sólo pueden acumular los reyes de la tierra. Ve por él, hija mía, toma tu silla regia y siéntate en ella, que nada te detenga, que el cansancio no te aflija hasta que llegues allí y puedas beber en sus fuentes la dulce ambrosía de la ventura eterna. Cuentas con mi tutela».

Eso me refirió el Majadma Gustavo, mi asesor espiritual la noche en que me reveló el porvenir y ya no quiso agregar ningún otro detalle. Abrió los ojos, se levantó del piso, cobró sus honorarios y se marchó cerrando para siempre sus fauces de esfinge milenaria.
Al cabo de la revelación, habida cuenta de mi ignorancia supina, de mi estulticia y pequeñez quedé en la estocada, perdida en el desencanto farragoso de mis elucubraciones tolondras e insensatas. Vaya enigma tremendo. Deshilaché una y mil veces las palabras del Majadma tratando de descifrar su sentido ulterior y al lograrlo apoderarme del paraíso que el arquitecto sideral labró con tanta ternura para mí, de la silla regia que talló con sus manos para que me sentara en ella.
¡Qué diantres! Por más que me devané los sesos, husmeé en las reconditeces de los nichos astrales y masqué mucha hiel no pude discernir la clave del arcano. Hecha un pingo, aliquebrada y afligida alcé la cabeza y le grité al labrador de los cielos…
«Decidme omnipotente, ¿qué coños significa esa parábola asaz sinuosa e insondable que me reveló mi maestro la otra vez?». «Indicadme la ruta cierta donde guardas mi silla»...
El labrador calló, pero se alzó en su lugar una voz que me detuvo en seco...
«Significa que te vieron la cara de pendeja, que te timaron, que el Majadma Gustavo, con el dinero que te robó a ti y a otros trescientos cincuenta zorroclocos como tú, labró su silla regia en Bahamas o en Hawái. Se esfumó con alguna pindonga a darse la gran vida, a fornicar en la silla, a planear en la silla nuevos timos».
Eso vociferó la bruja asquerosa de mi hermana. Yo no sé qué creer. Yo no pierdo la fe. Yo sigo esperando del cielo una señal.

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