viernes, 13 de marzo de 2009

LA PERRA QUE MAGULLÓ MI CORAZÓN

Por: MARCO ANTONIO VALENCIA

ADVERTENCIA: lectura no apta para moji-gatos.


Desconocidos me propusieron acompañarlos “a ver una película secreta”, según sus propias palabras. Una sorpresa, algo para mis columnas. Y yo, de aventurero fui. Solo había una condición: nada de preguntas, ni antes, ni durante, ni después del asunto, viera lo que viera. Si me decidía tenía permiso para hacer la denuncia sin fechas, sin nombres... y como les digo, de aventurero, fui (todo para contarle una buena historia a mis lectores).
Me recogieron en punto de las once una noche de luna, me pidieron subir atrás de una camioneta donde el frío, el viento, el sereno y tal vez la tristeza que magulló mi corazón horas después, me mandó a la cama por tres días con una gripa de huesos dolorosos, dolor de cabeza y litros de moco. Virus provocado por “un bajón en las defensas” manifestó mi médica de cabecera.
Llegamos a un campo casi urbano, que escuché llamaban “El Pit”, nos bajamos y nos arrimamos a una fogata, ya habían muchos carros. Me pidieron esperar mientras se concertaban los negocios: “las apuestas man”, escuché. Me acerqué a la fogata para recordar mis tiempos de scout, pero en eso “una perra” comenzó a buscarme juego. Era una loba siberiana con unos ojos divinos que a la luz de la fogata hechizaban. Me lamió la mano, me hizo amagues y gruñiditos pero yo indiferente, la rechacé sin saber que horas más tarde, con el corazón lastimado, lloraría por ella.
Tuve el pico cerrado seis horas, pero los ojos muy abiertos mirando con impotencia una serie de peleas de perros sedientos de sangre. Combates de apuestas millonarias (la más chichipata, escuché, fue de dos millones de pesos) por gente que reía y bebía deleitándose con el dolor y la muerte “de sus mejores amigos”.
Los perros tenían a su favor destrezas intuidas, perseverancia, fuerza, y sobre todo, deseos de ganar y sobrevivir... pero esa noche, todos tuvieron mala suerte, todos murieron. A veces había que hacer pausas porque se encajaba una mordida y el can no soltaba por nada la presa, entonces un baquiano los separaba y continuaba la lucha. Hubo sangre, gruñidos, ladridos y forcejeos. Fue un encuentro de peleas concertadas de todos contra todos donde lo único que importaba al parecer era el peso. Los pitbull eran infalibles, los doberman eran ágiles, los bóxer y rottweilwer de lances feroces y certeros, pero ninguno sobrevivió a pesar de las terapias de shock del baquiano, terapia que muchas veces consistió en ayudarlos a morir, mejor dicho, en rematarlos.
Al final quedó un pitbull vivo renco y ensangrentado hasta el alma, el dueño, un gordiflón borracho dijo que apostaba diez paquetes a que aun así, era capaz de derrotar a cualquiera, pero ya no había más perros, entonces fijó la mirada en la loba siberiana. El amo le dijo que no, que no era de pelea, que era hembra, que estaba preñada, pero allí todos carearon, y subieron la apuesta al punto que el dueño le quedó difícil rehusarla y se le midió. Vi que le inyectaron algo y se la tiraron al pitbull que de una le clavó los colmillos en el cuello y la sacudió por los aires como a un muñeco de trapo. La euforia fue total. La perra se fue muriendo en gemiditos tiernos, boqueando, triste, con el estómago en convulsiones... yo creo que sus lágrimas eran por sus cachorritos...
A las seis de la mañana “la gente se empezó a abrir del parche”. A los perros, uno a uno los fueron tirando a una furgoneta. Y fue allí cuando hice la única pregunta de la jornada: ¿Adónde los llevan?
- Sssshii- me contestaron-, pero si quiere saber más, se lo contamos esta noche, después de comer hamburguesas, ¿porque le gusta la comida de la calle, verdad?
Entonces les contesté con otra ironía, antes de entregarme a un estornudo estrepitoso.
-Sí, como a los perros.... ¡ah shultzz!

2 comentarios:

lilianita dijo...

increible me encanta me fascinó ese escrito me conmovió uy llega al alma...profe hay que ir a comer hamburguesas no mentiritas....

Wil Hernán dijo...

solo hice una lectura de este texto pues como siempre nos dejamos llevar por el afan y uno no se toma el tiempo de verificar el contexto de los textos. de todos modos tu prosa casi siempre envuelta de suspicacias y profundas reflexiones, es en esta ocacion una paradoja que me dejó perplejo. pienso en las múltiples historias que suceden a diario sin darnos cuentas de ellas y sus efectos o consecuencias. creo que estamos viviendo una época que cada vez es más egoista y amenazante. solo pienso en el máximo cuidado que debemos tener con los actos que emprendemos cotidianamente, en los amigos y gente que conocemos a diario, y en tratar de vivir una vida lo suficientemente prudente y sabia.

gracias poeta por tus palabras y acciones.